Prubinsya nin Kagayan
Pinapataros et sa Binubolinao.
Descripción de
la tierra de la provincia de Cagayán
y el estado
de ella. Traje y uso de los naturales y sus costumbres.
Ríos y esteros de ella
Está la boca del río
que se llama Tajo, que es el mayor que hay en esta provincia,
adonde está la población de los españoles,
que se llama la ciudad de Segovia. Corre este dicho río
de norte a sur. Sube hasta su nacimiento más de sesenta
lengua y a la orilla de este dicho río hay muchas poblaciones
de indios. Tienen muchos esteros que vienen a desaguar al
dicho río, en los cuales hay asimismo cantidad de indios.
Y hay algunos esteros que para subir a las poblaciones de
los indios están cuatro o cinco días subiendo
en barotos por los dichos esteros. Siembran a las orillas
del río grande, y de estos esteros, mucha cantidad
de arroz, borona y camotes, y antias, que es su comida y sustento.
Apartados de los esteros en las montañas agrias habitan
cantidad de negros, los cuales se sustentan con camotes y
antias, y otras frutas salvajes que tienen, y buyos, que es
una yerba que toda la provincia la estima en mucho, y es de
mucho sustento para ellos.
Es toda la provincia muy fértil
de muchos altos cerros pelados y de algunos llanos y ciénagas,
adonde en el verano siembran mucha cantidad de arroz. Tienen
su invierno, que es desde primero de octubre hasta fin de
febrero. Reina el norte en todo este tiempo, a cuya causa
no se puede navegar la costa de esta provincia, por ser travesía
y la mar muy brava. Hay en este tiempo en el río muchas
avenidas que por los llanos, la avenida del sur le hace daños
en los arrozales, y trae muchas veces con las avenidas los
búfalos y venados que coge. Tienen los naturales mucho
oro. Entiéndese que hay muchas minas de él en
las montañas y no las quieren descubrir a los españoles
a causa que no se las quiten. Tienen asimismo unas piedras
que precian mucho, que se llaman bulaganes y bahandines, que
son las joyas que traen las mujeres. No se ha sabido, ni ellos
saben dar razón, si las sacan de mina o dónde
las hallan, más que todos dicen que las han heredado
de sus pasados y así las estiman y tienen en mucho
precio. Son negras y blancas.
Acerca de su traje y costumbres
de los hombres, es traer bahaques, y unos sayos de manta negra
anchos y largos, hasta medio muslo. La mayor parte de los
naturales andan en cueros, y hay un estero que se dice de
lobo, que la gente de él traen los bahaques de corteza
de un árbol curada, y en la cabeza una venda de la
misma corteza. Y este mismo traje tienen por luto toda la
tierra, sino estos de arriba, que es su uso ordinario. Y todo
el tiempo que traen luto no comen arroz ni beben vino, sino
tan solamente borona, camotes y otras yerbas. Traen el cabello
largo, caído a las espaldas y cortado todo lo que toma
la frente hasta las sienes. Traen encima de él unas
guirnaldas de yerbas olorosas. Sus armas son lanzas y pavés
largo de una braza, y de ancho tres cuartas. Tienen unas armas
colchadas y un bonete a manera de morrión, coloradas,
y unos puñales anchos de más de ocho dedos y
de largo palmo y medio, con cabos de ébano con que
de un golpe llevan una cabeza. Otros usan el arco y flechas,
aunque por la mayor parte son los negrillos los flecheros.
Tienen mucha yerba que en sacando una gota de sangre morirá
con mucha brevedad, sino lo remedian con la contrayerba. Los
indios de Purrao, que es cerca del nacimiento de este río
Tajo, usan los indios de allí las armas de pellejos
de búfano curado que son fuerte y duras de pasar, que
tienen coseletes y morriones y paveses anchos y largos. Éstos
tienen para sus guerras.
Esta provincia es gente que
tienen guerras unos lugares con otros, y no toman a vida a
ninguno, aunque sea mujer o niños, sino les cortan
las cabezas. Tienen en cada pueblo un principal a quien obedecen
y respetan, y éstos, por la mayor parte, son a indios
valientes que por sus hechos los han señoreado y los
obedecen. Sus inclinaciones es procurar de quitarse el oro
el uno al otro, y quitar una cabeza. Gente muy traidora y
cruel. Todas sus fiestas son borracheras, cualquiera que solemnizan
es bebiendo hasta que se emborrachan, y después luchan.
Suelen armar pendencias entre ellos hasta que se matan unos
a otros, y entonces se conciertan las juntas y traiciones
que han de hacer para allí, a quitar el otro al principal
del pueblo que les parece y cortar cabezas de indios o indias.
Lo que adoran es al diablo invocándole, y de la figura
que se les aparece lo pintan, llamándole generalmente
anito. Tienen asimismo un pájaro que llaman bantay
que éste, todas las veces que salen fuera de su pueblo,
aunque sea a sus contrataciones, si le canta a la mano izquierda
del río o estero, se vuelven y dejan de seguir su viaje,
temiéndolo por mal agüero. Y lo propio es de una
garza parda si se levanta de la mano derecha y se sienta a
la izquierda del río o camino donde van. Y haciendo,
encontrado esto, siguen su camino y van muy contentos principalmente
si van a hacer guerra con otros. Entienden que llevan la victoria
de su parte, y si la tienen, y traen algunos despojos, o cabezas
de sus enemigos, lo celebran asimismo con borracheras tañendo
unas campanas que ellos tienen, bailando unos y bebiendo otros,
y mujeres entre ellos, y todos celebran la fiesta de la victoria
que tuvieron poniéndose en las guirnaldas muchas plumas
amarillas de oro, péndolas, y éstas se las ponen
los indios valientes que han cortado algunas cabezas. Y suelen
estar en estos bailes y borracheras dos o tres días
y más algunas veces celebrando esta fiesta.
Los maganitos que hacen, que
es el adoración que ellos tienen. Es cruel lo que unas
viejas e indios que andan en anitos de mujer, les dicen. Y
éstos cuando quieren saber de su anito algún
suceso, hacen traer a una sala o aposento cantidad de acerillas
llenas de arroz y cangrejos y aceite y agua y unas yerbas
verdes, y otras cosas que les piden, y todo esto cocido y
junto. Lo dicho, si el anito [10v] es por algún enfermo,
lo hacen que esté allí junto a sus hijos, y
alrededor de él baila y canta con un paño en
las manos haciendo muchos ademanes y así mismo le ayudan
otras indias que no hacen más de bailar y volverse
a su puesto. Y la maestra de esta ceremonia se queda con el
enfermo. Y hablando entre sí con muchos ademanes se
queda medio traspuesta y luego vuelve en sí y se va
al enfermo, y le unta con aceite la cabeza y muchas partes
del cuerpo, y le dice que el anito le dará salud. Y
la comida que está en las salserillas, acabado el anito,
come el enfermo de ella y los hijos y los demás de
casa, y si sobra algo lo vienen a pedir los vecinos como si
fuera pan bendito. Y cuando el maganito no es de enfermo,
sino de esposorio, o por las cosechas de sus sementeras, traen
todo el oro y piedras preciosas que cada uno tiene encima
de sí. Y lo propio las mujeres con todas sus joyas.
Y hacen juntas en casamiento en casa del desposado o del suegro.
Y así para las sementeras, en una particular que tienen
para este efecto, y allí en pie con su anito, bebiendo
y comiendo, y tañen campanas que en veinte o treinta
días que dura esta fiesta no dejan de bailar y cantar.
En el baile, el cual nunca está vaco, sino que en cansándose
unos entran otros luego, para entrar a ello. Y los demás
principales e indios valientes están comiendo y bebiendo
hasta que se emborrachan y caen, que entonces lo llevan a
cuestas sus esclavos o mujer a que duerma. Y en volviendo
en sí torna a la casa y junta, y se emborracha de nuevo.
Y después de haber pasado todo esto, el tiempo en que
están en su anito la vieja maestra saca unas cuentas
coloradas y las da a los indios más principales y valientes,
y a las mujeres de éstos, y ellos las estiman en mucho
y las guardan como nosotros, las que son benditas. Y los platos,
salserillas y vasijas en que se ha hecho este maganito, las
quiebran y echan fuera de la casa, y no quieren que nadie
se sirva de ellas. Y luego, otro día como salen de
allí, lo que han de hacer sementeras acuden a ellas
y ponen por obra, y las cultivan.
Y si es casamiento, dándole
el marido a la que ha de ser su mujer las arras, desde entonces
lo queda, con condición que si por parte de ellas se
deshace el casamiento, le ha de volver todo lo que le ha dado.
Y si por parte de él, se ha de quedar ella con todo
el dote, y es costumbre que el marido ha de dotar la mujer,
y sino no se casan muchas. Es costumbre entre ellos de casarse
y descasarse, por lo que se les antoja. Lo que hacen, en naciendo
la criatura, es llevarla al río y lavarla, y la madre
hace lo mismo. Y allí le cortan a la criatura el ombligo,
y lo lavan muy bien, y lo ponen a secar y dánselo al
padre para que lo guarde. Y él lo toma y lo guarda
en una bolsa donde tiene las piecillas del oro. Ya los muchachos,
en siendo de ocho años, les enseñan a tirar
con un arco y flechas, y a otros, como tienen de jugar, una
lanza y pavés, y con el arco salen grandes flecheros.
Y si algún principal tiene algún hijo pequeño,
procura en las guerras donde él va, traerle un muchacho
o indio, para que les corte las cabezas y cebarle a su inclinación.
Es gente muy celosa, y suelen matar las mujeres si las hallan
con otros indios, y sobre esto acaece moverse guerras entre
ellos que cuestan muchas muertes.
La costumbre que tienen en los
entierros es la siguiente: